Published on Saturday, December 31st, 2005 at 9:23 pm

I wasn’t thinking ’bout nothing, but I gotta do something else.

Cuando hablamos por última vez con mi amigo, me dijo que hay que mantener la actividad. No parar, no parar, no frenar, no descansar, basta de ser un nictámbulo, darle para adelante.

No me frené a pensarlo.

Calculo que hay muchas cosas que no hay que sentarse a pensarlas en la vida, pero yo soy así, cada día una versión mas bastarda de una marioneta y vida que no prospera, un fantasma caminante, restos de lo que alguna vez fue o intentó ser. El ser, muy poco ser. Justo me acordé de alguien que me dijo que yo tomaba las historias de otro y las hacía mías. Me acordé que mamá decía eso de papá. Me pareció triste pensar que algo así fuese cierto, si total yo viví junto a él y me parecería improbable que algo así fuese realmente así.

Me domina el aburrimiento también. No se si me copiaría las historias de otro, sería muy triste. (no obviar que la persona que me dijo eso es un drogadicto, un ser que un día decidió drogarse tanto que saltó del techo de su casa y se partió un brazo…) Quizá me inventaría un mundo paralelo, pero la creatividad tampoco me alcanza para tanto… un diez para el peso. La falta de ideas me ataca seriamente, me convertí en algo monótono, repetitivo. Mi vida cambió así también. No es que siempre fui George Burns y me la pasaba de joda y jarana, pero tenía cierto propósito, algun tipo de dirección o al menos algo y alguien para creer en.

El otro día hablé con Isa y me hizo acordar de muchas cosas que yo era y éramos los dos. Era un pendejo pelotudo, no sé que veía en mí, pero un BUEN pendejo pelotudo, un soñador. La existencia del soñador siempre demarca la existencia de la ilusión, creo que eso era lo tentador de toda la propuesta. Quizá también tenía más imaginación y menos panza.

En fin, contarles un poco de mi año nuevo hoy.

Lo pasaré con mi familia en paz.

No creo que vaya a salir, a menos que Claire Forlani me pida que la lleve a tomar un trago.

Qué amargura… pensarán.
Qué me importa.

Hoy cuando volvía a casa a la mañana caminando pensaba sobre las cosas que podría estar haciendo a esta hora en vez de caminar a casa solo y borracho. Me dí cuenta que salir de noche será muy divertido pero no es para mí. No pertenezco ahí ni en ningún lado. Soy muy feo y aburrido para las mujeres, muy torpe para bailar, y la plata que gasto en alcohol podría estar gastándola en otra cosa que en hacerme esperanzas acerca de cosas que no suceden en la vida real, al menos a mí, y dejar de actuar como un estúpido. Es tan simple como eso, calculo, y un poquito más. Que será más aburrido, puede ser. Ayer caí por el galpón y aunque entrase gratis nadie sabe mi nombre. Y si me quedaba hablando con alguna de las chicas de adentro, la verdad es que no tenía nada interesante que decir. Calculo que eso confirma el hecho de que si, soy aburrido, ya se me ve en la cara, y no lo niego por que jamás fui realmente divertido. No tengo ideas, no tengo idea.

Como contaba, pasé por la iglesia y pensé “qué lindo sería creer lo suficiente en algo o alguien como para venir un domingo y escuchar”. Qué lindo sería tener certezas y fe en algo, estar convencido que algo es así o tal cosa es de tal manera y morir con ello entre los brazos. Pero con el tiempo me convertí en un ser muy desconfiado. Creo que todo eso se murió hace un tiempo, cuando andaba con el rabino acá en Buenos Aires. Se nos ocurrió pasar por este templo (no voy a dar nombres, calculo que por que lo único que me faltaría es que los judíos me sigan por difamación y racismo…) y el rabino, una persona maravillosa, le preguntó al jefe del grupo si podrían aceptarme a mí, que era familiar de aquel, y que necesitaría un compañero para aprender hibrit y estudiar la Torá. Supongo que hubiese sido interesantísimo. A ésto, el jefe le dijo que no se preocupase, que yo iría y ya tendrían un compañero para que me enseñe hibrit y me ayude con todo, que vaya en una semana.

Una semana después, ya ido el rabino, caí en la puerta y me ignoraron, me desconocieron. Era todo pura hipocresía, dinero, codicia, chupasirios, como quieran decirle. Perdí la fe. Aunque sigo leyendo algunas parashat, porciones de la Torá o la Gemará si encuentro en castellano, todo queriendo creer que no fue escrito por hombres. Al menos no como éstos.

Llegué a casa, y me senté a comer algo. Por hambre, angustia oral, como se le llame. Ya eran las ocho de la mañana, el sol había salido y yo todavía despierto, como sin nada para hacer en absoluto. Pensar que podría estar ejercitando, con mis sobrinos, cortando un árbol, vaya a saber que.

Ésta es una existencia fútil, creo que voy a tener que hacer algunos cambios drásticos de costumbres, usos, hábitos. Pero a partir de cosas como éstas surgen convencimientos de cosas a las que no pertenezco o cosas que no debería estar haciendo simplemente por que no son y nunca fueron mías.

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One Response to “Año nuevo, vida vieja.”

  1. nene,
    te quiero.

    mua.

    yo*

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