Un alma menguante; y pensar que me sentí rescatado por un momento del sudor que imponen todos mis miedos, que no te extrañe, que los cristales partan en quince mil pedazos del cristal al rojo en esta mañana- miles de lágrimas salen a pasear felices con si mismas.
Y en ese instante sentí la furia y el rencor que tiene aquel que no olvidó pero sí fue traicionado, y dejado mas de una vez… (mas)
De ahí partí hacia la aceleración súbita, el impulso adrenalínico de quedarse quieto antes de tirar una patada, por que el impulso nunca fue suficiente pero siempre estuvo ahí. Pensaste que temblaba simplemente por el miedo que te tengo.
Pero simplemente no entendés que un temblor es una infimidad en el camino que recorro, donde sólo se ve el pavimento y donde la niebla tapa los baches que se acercan por delante.
- Auch, creo que pisé un pedacito de cristal. Parece que yo puedo tropezar conmigo mismo.
Cuanto más caminé hacia ese lugar, mas satisfecho me sentí, cargando atrás la mochila de piedras de mi incertidumbre, solo para volcarlas en tu puerta y que con un poco de cemento, tapen el barro de tu puerta. Por que solo eso fueron.
- Y qué piedras, por favor! Sería como que el mármol cubra tu entrada.