“The girl’s got reasons / They all have reasons.”
(no es la frase en sí sola, es una cuestión de escuchar la canción y ver el contexto: Sour Girl, de los Stone Temple Pilots, Disco “4″)
En cualquier otra situación sonaría a un comentario rencoroso de mi parte. Sin embargo, es una cuestión de escuchar la melodía y ver como es más una cuestión de desapego, o frustración, o incluso podría ser una desesperación enmascarada a punto de surgir de alguna sombra. Es sólo un comentario. No es odio. No tengo rencores. Mejor dicho, los tengo, pero muchos logré enterrarlos con el tiempo. Y hay otros en los cuales quiero enterrar el hacha de guerra pero son golpes duros al orgullo.
Hoy me siento nostálgico y empático. Perdonaría a Hitler si se me presentase, probablemente. Tengo los estándares invertidos y llegaría hasta el ataque de optimismo berreta y cheesy que no puedo evitar.
Toda la mierda en la vida… es sólo una cuestión de ver el contexto?
O quizá es sólo una cuestión de enterrar las reprimendas o rencores en pos de lo que a uno siempre le interesa.
O lo que no podemos soportar dejar fuera de nuestras vidas.
Cariños que marcan la pérdida de mucho en el fondo del espíritu y que fueron tachados por mantener altivo el orgullo, a lo mejor por pelotudeces, a lo mejor no. Cosas que faltan, al fin y al cabo.
La posibilidad de ignorar todo lo malo si realmente nos queremos.
La imposibilidad de recordar a los que no están como enteramente buenos a pesar de que no lo hayan sido en vida.
La premisa de honrar el cariño en sí, no olvidarnos de lo efímero que es el papelito que va desde los cero a cien años y el corto trecho entre un punto, la línea y el fin de la recta.
Y a lo mejor, todo esto, absolutamente todo, es un producto de mi imaginación.
A todos los que dije que odié, que odio, o a los que no están cerca, háblenme. Hoy mi oído está de turno.
