Supongo que por algún momento, o instancia, fui su juguete pasajero.

A lo mejor logré engañarme a mí mismo. Me entregué en carne viva, supongo, por curiosidad o intriga o quién sabe que me manda a husmear en las órdenes y en los misterios. Si, ella significa intriga y misterio.

Ella es mucho. No ví tanto de ella. No la conozco pero me gustaría. Por ahora sólo pude saborear sus besos, pero nunca pude arrancarle las lágrimas de los ojos.

Supongo que estaría bien, si no fuese por esa fibra que me compone, esa fibra que me pinta y me impide alejarme cuando debería, por que sé que lo malo siempre fue para mí en algún tipo de existencia de mártir, aunque no sea ningún mártir y en mi existencia no haya una fibra de bien. Por que soy las dos caras, el regular y el malo. No existe el completamente bueno. Destello, de vez en cuando, emano una cierta simpatía que difumina en breve cuando se aterriza en la dulce tierra, y es ahí donde me encuentro conmigo mismo pero jamás con sus ojos. Ah, esos ojos.

Quizá, también, el calor de mis manos justifica el hecho de que los pasee por sus cabellos, que la sensación sea agradable y que a la hora de vernos solo quiera ver mis manos. Las cicatrices en mis manos demarcan que en algún momento, en algún lado, estuve haciendo algo; los tajos en el mango del cuchillo que no corta.

Al mismo tiempo, sueño, dormito y despierto para ver que las marcas siguen allí, pero que yo no puedo quitarme los tajos. Son realmente profundos, y como la bala, eventualmente recorren la sangre hasta llegar a la médula y acaban conmigo. Ella representa todo lo que yo no soy, o a lo mejor somos en cierto aspecto parecidos. Mejor dicho no. Ella es belleza… ella es belleza partida y yo soy un descanso, un momento, un respiro. Un instante fuera de lo usual, más de lo mismo, un hombre y nada más. Sólo un instante. Alguna vez, además, escuché …”Soy como el boomerang que nunca volvió por que se encontró con Dios”. Otro desconocido, pero en realidad con poco misterio para asombrar, poco espacio para sorprender, poco para contar.

Ella no sabe las cosas que yo llegaría a sospechar, o las cosas que yo acepto. No entiende que así como vuelo bajito es por que la gravedad me atrae y el aleteo no me permite surcar hacia un lugar más alto o más alejado. Que a lo mejor soy uno de esos animales que no desea irse lejos. No sabe lo que yo resignaría por volver a verla.

Jamás logré arrancarle las lágrimas de sus ojos. Quizá es mi asignatura pendiente. A lo mejor llevo la armadura de caballero en la piel, pero nunca me subí al caballo y comencé a galopar.

Ahora ella está por su lado, y yo… en realidad, no se donde irme.

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