Camino por la playa.
Camino por la costa, metiendo las piernas en el agua, sin comprometerme a meter todo el cuerpo. Voy con la mochila, el discman en las orejas. Los anteojos, la gorra, la remera puesta. Y los miro a todos ustedes, como si fuese un alien, pero no lo soy.
Ustedes me ven.
Yo los analizo, mis ojos detrás de las sombras les preguntan si están seguros que la fantasía colectiva que recorremos en este día hermoso, es acaso un poquito más que una fantasía. El lugar es paradisíaco. Las calles son seguras, naturales. Todo es hermoso. Casas grandes, demasiados regadores para el pasto, para mi gusto (creo que las lluvias en la playa son la venganza de Dios hacia todos esos regadores…), las casas: todas de ladrillo y teja, hermosas, demasiado prolijas para un suburbio de Buenos Aires. Los jardines son una competencia de belleza, manejado por magnates que emplean poca gente en hacer maravillas. Camino en patas desde la casa hasta donde sea, sin miedo a cortarme, y sin preocuparme si usar ojotas o zapatillas. Mi vieja seguro hubiese dicho que yo me ponga algo en los pies. Que no es seguro, pero… ¿por qué? Si a mí me encantan tomar decisiones irracionales. Que hay veces que juego con el riesgo y no me importa, y que lo que para mí es nimio para el resto es tabú. Entrar a la casa, por ejemplo, así en patas, y que mi cuñado me mire en patas, en malla, sin remera y mostrando mi panza grande. Para que me mire y piense “sos un indio”. Y… si, estos viajes ayudan a que recuperes el indio. Me encanta esa parte, hace mucho que no soltaba el salvaje de adentro. En esta hermosa metrópolis nuestra que es Buenos Aires, es imposible andar “en patas”. Los doctores dicen que es más sano andar descalzo, cómo si la moral y el lugar nos lo permitiesen.
Necesitaba un descanso.
Necesitaba no ser yo- ser menos yo para recuperar el yo que era antes.
El yo que fue a Pinamar por última vez hace doce años. Todavía con una pancita incipiente, una sonrisa estampa, arena hasta el cuello…
Que tenía un papá y una mamá juntos (mi hermana- embarazada-, y mi cuñado me hicieron recordarlos… y mucho). Sentirme protegido, a ratos malcriado. No sentirme ahogado pero estarlo a la vez. Ser cuidado como si fuese una criatura aunque no lo fuese. Dormirme temprano, sin ganas de beber, de pasear las noches para la joda.
Quebrar las olas con mi panza. Caminar hacia lo hondo del mar con una sonrisa en la cara.
Que podía andar en patas por la playa sin preocuparme… sé que es repetitivo. Pero el indio y el niño en mí se extrañaban (sólo me faltaban la palita y el balde). No los dejo salir muy a menudo, se nota. Y no sé por qué los reprimo.
Que la sensación de pertenecer a aquel lugar era real.
Que podía ir a Wiches, donde con el viejo hacíamos las ingestas de colesterol, una hamburguesa enorme y un licuado de fruta. Ver que el lugar no cambió demasiado (excepto por la transfusión de sponsors al local). Todavía veo a papá sonriendo por lapsos, aquellos en los que se cansaba de enojarse conmigo, de gritar, de insultos, de palizas, de reacciones infantiles. Sólo que hoy yo ya no soy rebelde, antes sí. Hoy era más un pollito mojado.
Y ahora me imagino que cuando me ven caminando no entienden. Es por que a medida que les cuento la historia se sienten más extrañados todavía. Yo nunca fuí como ustedes. Y al mismo tiempo soy lo mismo que ustedes. Soy miserable, era feliz. Era miserable, pero también era feliz. Al día de hoy me mezclo entre los dos, más que antes.
Y los analizo, los llamo “ovejas” a ustedes que caminan enfrente mío, con sus remeras Levi’s, sus mallas Ripcurl. Enfrente del parador de Nissan/Renault, o UFO beach, o DirecTV “summer loft”, sonriendo como si fuesen top. No son “top”. No existe el “top”. Todo es fantasía, hermosa imaginación. Todo fue una fantasía. Y si yo no soy top, ustedes me miran, “cómo se atreve ése, a no seguir la fantasía”. Y… es difícil. No hay playas en Bella Vista, las ilusiones, los espejismos son frágiles, pocos, contados… no hay mucho margen para soñar en un cambio de panorama. Levi’s, si no fuese que existe como marca, probablemente sería el nombre de una parada de colectivo.
Los estudio, soy igual que ustedes pero no lo soy al mismo tiempo.
El “ser top” argentino todavía parece mediocre, es, frente al resto del mundo, donde la polaridad no nos permite semejante diferenciación. Excepto, por supuesto, en los países de América Latina y África, por ejemplo. Dios sabe si existen revistas de frivolidades allá. Es lo único, creo, que simplemente no me puedo reducir a ver.
Doce años, y pasó mucho para que yo les cuente. Lo único que podría extrañarme un poco más de ustedes sería que me ponga un sobretodo y me vista de detective. Pero estoy muy cómodo, mientras el único CD que parece satisfacerme en tal caminata es el “Rated R…” de Queens of the Stone Age. Quizá el disco tiene un poco la culpa de mis sensaciones, no lo puedo negar. Parece… “tan como yo” poder justificar elecciones con irracionalidades. No lo sé, simplemente.
“La pasé bien”. Necesitaba sacar un par de los fantasmas que viven en mi placard, a pasear.